Individualismo, egoísmo y hedonismo son las inscripciones de una misma moneda con la que «nos cobra» el derecho a vivir este orden global impuesto por una manga de decadentes y retrógrados que, encima, pasan por «dirigentes» del mundo; «países desarrollados» y no se cuantos eufemismos más.
Especialmente radicados en Europa y EE.UU. aprovechadores de la globalización para seguir apenas sobreviviendo; e inventores de infinidad de teorías y técnicas profundamente antihumanas y anticristianas. Pido disculpas a aquellos que no profesan esta religión o no profesan ninguna, no vengo a mostrar cuestiones de fe, sino a ponderar principios enraizados en la cultura de la mayoría de los pueblos del mundo, principios que hacen a la vida humana y a la humanidad. Por eso también pido disculpas a aquellos que no se consideren humanos, es decir, que creen estar más allá de cualquier principio de vida y convivencia en tanto hombres (excluyo a los animales y las plantas, que también son seres y tienen vida y procrean y reproducen).
En estos días podríamos estar en ciernes del final de una época referida al valor de la vida, al valor de la muerte, al valor de la dignidad humana, al valor de la persona. Claro que me refiero a la discusión y eventual sanción en la Cámara de Senadores de la ley del derecho al aborto.
Confieso que estoy en contra de dicha ley, porque soy un ser humano, cristiano, católico, argentino, peronista; hijo, esposo, padre y abuelo. Todo ello y gracias a todos esos otros implicados, concluyo afirmando que soy una persona.
Para exponer mi convicción, y sin caer en el simplismo de una «opinión», muy básica por cierto la mía, les adjunto un artículo de Romano Guardini. Es viejo el escrito, el autor murió hace exactamente 50 años. Pero como europeo que era, muestra que hace ya tanto tiempo se discutía con casi los mismos argumentos de hoy en día. Pero su defensa ante el «derecho de intervención», sus prevenciones, son ciertamente proféticas. Vale la pena tomarse el trabajo de leerlo, ante la extensión del artículo. Sobre todo para poder contrastar con la lastimosa realidad presente de Europa, que no es para nada cierto aquello subyacente en el fondo de las argumentaciones «pro abortistas», esa especie de: «de última, no pasa nada. Lo que vale es mi derecho».
Dejarnos interpelar, como esos ojos de la foto, acerca de nuestras decisiones.
Para acceder y descargar el documento, basta con cliquear el link que sigue:
El derecho a la vida antes del nacimiento-R. Guardinil
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